Yala, sila, ¡nola!

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Creo que desde Argentina 78 habrán sido uno, o a lo más dos, los mundiales en los que no he coleccionado las figuritas de la Copa del Mundo. Recuerdo a mi madre trayéndome los sobrecitos o acompañándome a las escalinatas del mercado del Callao para comprar los cromos sueltos que me faltaban para completar el álbum. En el colegio esperábamos intranquilos la hora del recreo para cambiar las repetidas y en la universidad éramos varios los que en época del mundial aparcábamos nuestros estudios para centrarnos en lo único importante.

El álbum que recuerdo con más cariño fue el de España 82. Quizás porque fue el último mundial al que ha asistido Perú o porque fue la primera vez que tuve un Panini. Sus cromos autoadhesivos fue toda una revolución en una época en la que estábamos acostumbrados a la goma –que cuando te pasabas un poco, mojabas las figuras y pegabas las páginas- o al engrudo, mezcolanza casera de receta misteriosa y difícil aplicación.

Los altos costes para la importación a mediados de los ochenta en el Perú hizo que no se volvieran a conseguir más Panini hasta bien entrados los globalizados años noventa. En su lugar, el monopolio de las figuritas lo tenía Navarrete con unas ediciones básicas que se desactualizaban a poco de salir al mercado y que nos volvía expertos en el arte de repartir pegamento con mesura. La vuelta de Panini nos revivió a esa infancia y provocó que en los trabajos, treintañeros de traje y corbata se juntaran en el café de la mañana para intercambiar jugadores bajo la excusa de “son de mi sobrino” o “estoy ayudándole al hijo de mi vecino”.

La primera vez que me tocó llenar el álbum del mundial en España fue el de Sudáfrica 2010. Me compré casi de golpe tres paquetones de cincuenta paquetitos con cinco figuritas en cada uno de ellos. Me puse como meta culminar la colección antes del partido inaugural pero me faltaban más de doscientos cromos y tenía casi el doble en repetidas. Un compañero de trabajo me comentó que la tradición para intercambiar era ir el domingo al mediodía a la Plaza Nueva de Bilbao. Pasé más de dos horas en otros tantos domingos conociendo padres que acompañaban a sus hijos, parejas en los que la chica esperaba con paciencia al ansioso coleccionista y frikis de edad avanzada que hacían sentirte menos raro de los que tus amigos te habían hecho creer.

Lo que más me sorprendió, comparando el ritual del intercambio entre Perú y España, fue el afán por el que todos completen el álbum en España, mientras que en Perú la idea era más bien egoísta: que uno lo termine y el otro no. En Perú, al menos en mi experiencia, sólo cambiabas el mismo número de figuritas que no tenías. Por ejemplo, si yo tenía diez “nolas” y tú sólo seis, sólo cambiábamos seis y las otras cuatro para cuando podías ofrecer nuevas “nolas”. En cambio en España, uno recibe las diez, el otro se lleva las seis más cuatro restantes que son cromos cualesquiera, repetidos, pero que pueden servir en un próximo intercambio. Así ganan todos. Y nada de que “Maradona vale por tres” o “esta especial te la cambio por una especial”. Todos los cromos tienen el mismo valor, sin ninguna preferencia o discriminación.

Este año, además del real, Panini ha creado un álbum virtual, una verdadera delicia para los que viven en países en los que la empresa italiana no tiene distribución. Gracias a Facebook, varios amigos del colegio y de la universidad, en todas partes del mundo, hemos vuelto a compartir esos momentos lúdicos del “yala, sila, ¡nola!”. El virtual lo terminé hace unas semanas y me faltan sólo cuarenta cromos en el real. En la web de Panini se puede hacer un pedido de hasta cincuenta figuritas sueltas por una única vez. Todos los días miro el buzón de correos esperando que llegue el codiciado paquete. Me quedan dos días antes de la inauguración de Brasil 2014 y en estas horas previas nada me haría más feliz.

El álbum virtual Panini se encuentra aquí

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7 Respuestas a “Yala, sila, ¡nola!

  1. Hola, precisamente, recordamos con un primo que es tremendo peruanazo recordó el «yala», «sila», «nola»… de los albumes del mundial. A pesar que hace tiempo que no va Perú a un Mundial, aún así, sigo a la expectativa de los partidos y llenando el álbum panini. Nunca me he animado a llenar el álbum virtual, más bien, soy más tradicionalista, aunque estoy de acuerdo contigo, los stickers autoadhesivos era una novedad ante el pegante y el engrudo. Recuerdo que a la sirvienta le pedía que hiciera engrudo para pegar las figuritas de editorial Navarrete. Todavía tengo el album del cuerpo humano donde ilustraban de donde vienen los niños… toda una novedad en esa época. 🙂

    Saludos,

    Renzo

  2. Pingback: Mi otra cara del mundial | Confesiones de un Escritor Impulsivo·

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